El ser humano: un ser libre
El ser humano: un ser libre
La causalidad no impide la libertad. Causalismo no es determinismo. Si la libertad radica en el hombre, el hecho de que radique en la voluntad (es decir, en la razón, en la inteligencia sentiente) hace posible que tal radicación sea consciente y voluntariamente asumida y dominada por uno mismo.
No deja de ser curioso que la mayoría de las negociaciones de la libertad procedan de motivos extrarracionales. Por ejemplo, motivos religiosos: así, Lutero defiende que el hombre no puede ser libre si Dios lo es; para exaltar la omnipotencia de Dios, se recurre al aploastamiento del hombre. Por su parte los deterministas de la antigüedad, con su creencia en el “fatum” (hado), se movían, desde otros supuestos, por razones parecidas para justificar un desorden social donde la injusticia lo presidía todo, el fatalismo afirmaba que había que resignarse. Este mundo es un valle de lágrimas, y nuestra recompensa se halla en otro mundo: a mayor sufrimiento en este mundo, mayor recompensa en el ultramundo.
Debemos luchar por lo que Kant llamaba “autonomía de la voluntad”, es decir, por la posibilidad de dominarnos a nosotros mismos; pues sin control ninguno el hombre no queda más libre, sino más disminuido. Debemos luchar por que efectivamente nuestra conciencia pueda testimoniar sin engaños, antes, después y durante nuestras acciones, que somos libres. Debemos, en una palabra, transformar, como dice el marxismo, la necesidad en libertad. Será el esfuerzo por la verdad lo que hará libre al hombre.
Ensayo de la libertad (Click para ver)
La libertad humana, desde la perspectiva filosófica
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